Capitulo V
SEXUALIDAD
NORMAL
Entiéndase por personas de sexualidad normal aquellas que no tienen
conflicto sexual de ninguna especie. La energía sexual se divide en tres tipos
distintos. Primero: La energía que
se halla relacionada con la reproducción de la raza y la salud del cuerpo
físico en general. Segundo: La
energía que se halla relacionada con las esferas del pensamiento sentimiento y
voluntad. Tercero: La energía que se
halla relacionada con el Espíritu Divino del hombre.
La energía sexual es realmente y sin duda alguna, la energía más sutil y
poderosa que normalmente se produce y conduce a través del organismo humano.
Todo lo que es el hombre, incluyendo las tres esferas del pensamiento, sentimiento
y voluntad, no es sino el resultado exacto de las distintas modificaciones de
la energía sexual.
Debido al aspecto tremendamente sutil y poderoso de la energía sexual
resulta ciertamente difícil el control y almacenamiento de esta energía. Además,
su presencia representa una fuente de inmenso poder, que si no se sabe manejar
puede llegar a producir una verdadera catástrofe.
Existen en el organismo ciertos canales por donde normalmente debe
circular esta poderosa energía. Cuando esta energía llega a infiltrarse en el
delicado mecanismo de otras funciones, entonces el resultado violento es el
fracaso. En este caso se dañan muchos centros delicadísimos del organismo
humano, y el individuo se convierte de hecho en un infrasexual.
Toda actitud mental negativa puede conducir directa o indirectamente a
estas catástrofes violentas y destructoras de la energía sexual. El odio al
sexo, el odio al Arcano A.Z.F., el asco o repugnancia por el sexo, el desprecio
al sexo, la subestimación del sexo, los celos pasionales, el miedo al sexo, el
cinismo sexual, el sadismo sexual, la obscenidad, la pornografía, la brutalidad
sexual, etc., etc., convierten al ser humano en infrasexual.
El sexo es la función creadora por la cual el ser humano es un verdadero
dios. La sexualidad normal resulta de la plena armonía y concordancia de todas
las demás funciones. La sexualidad normal nos confiere el poder de crear hijos
sanos, o de crear en el mundo del arte, o de las ciencias. Toda actitud mental
negativa hacia el sexo produce infiltraciones de esta poderosa energía en otras
funciones, provocando pavorosas catástrofes cuyo fatal resultado es la
infra-sexualidad.
Toda actitud negativa de la mente fuerza a la energía sexual y la obliga
a circular por canales y sistemas aptos para las energías mentales, volitivas,
o cualquier otro tipo de energías menos poderosas que la energía sexual. El
resultado es fatal porque esa clase de canales y sistemas, no pudiendo resistir
el tremendo voltaje de la energía poderosísima del sexo, se calientan y funden
como un cable demasiado delgado y fino cuando pasa por él una corriente
eléctrica de alta tensión.
Cuando el hombre y la mujer se unen sexualmente en Matrimonio Perfecto
son, en esos instantes de voluptuosidad, verdaderos dioses inefables. El hombre
y la mujer sexualmente unidos, forman un Andrógino Divino Perfecto. Un Elohim
macho-hembra. Una divinidad terriblemente divina. Las dos mitades separadas
desde el amanecer de la vida, se unen por un instante para crear. Eso es
inefable... sublime... eso es cosa de paraíso.
La energía sexual es peligrosamente volátil y potencialmente explosiva.
Durante el acto secreto, durante el éxtasis sexual, la pareja está rodeada de
esta tremenda energía terriblemente divina. En estos instantes de dicha suprema
y de besos ardientes que incendian las profundidades del Alma, podemos retener
esa luz maravillosa para purificarnos y transformarnos absolutamente. Cuando se
derrama el Vaso de Hermes, cuando viene el derrame, la luz de los dioses se
retira dejando abiertas las puertas para que entre en el hogar la luz roja y
sanguinolenta de Lucifer. Entonces
el encanto desaparece y viene la
desilusión y el desencanto. Después de poco tiempo el hombre y la mujer inician
el camino del adulterio, porque su hogar se ha convertido en un infierno.
Es una característica de la naturaleza el movilizar enormes
reservas de energía creadora para crear cualquier cosmos. Empero sólo emplea de
sus enormes reservas una cantidad infinitesimal para realizar sus creaciones.
Así, pues, el hombre pierde en una eyaculación seminal seis o siete millones de
espermatozoos; sin embargo, se necesita un infinitesimal espermatozoo para
engendrar un hijo.
En la Lemuria ningún ser humano eyaculaba el semen. Entonces las parejas
se unían sexualmente en los templos para crear. En esos instantes las
jerarquías lunares sabían utilizar un espermatozoide y un huevo para crear sin
necesidad de llegar hasta el orgasmo y la eyaculación seminal. Nadie derramaba
el semen. El acto sexual era un sacramento que sólo se verificaba en el templo.
La mujer en aquella época paría sus hijos sin dolor y la serpiente se levantaba
victoriosa por el canal medular. En aquella época el hombre no había salido del
Edem; la naturaleza entera le obedecía, y no conocía el dolor ni el pecado.
Fueron los tenebrosos luciferes quienes le enseñaron al hombre a derramar el
semen. El pecado original de nuestros primeros padres fue el crimen de derramar
el semen. Eso es fornicación. Cuando el hombre paradisíaco fornicó penetró entonces
en el reino de los luciferes. El hombre actual es luciférico.
Es absurdo derramar seis o siete millones de espermatozoides cuando sólo
se necesita uno para crear. Un solo espermatozoide se escapa fácilmente de las
glándulas sexuales sin necesidad de derramar el semen. Cuando el hombre regresa
al punto de partida, cuando restablezca el sistema sexual del Edem, la
serpiente sagrada del Kundalini se levantará otra vez victoriosa para
convertirnos en dioses. El sistema sexual del Edem es sexualidad normal. El sistema sexual del hombre luciférico es
absolutamente anormal.
No sólo se fornica físicamente; existe también fornicación en los mundos
mental y astral. Aquellos que se ocupan en conversaciones de tipo lujurioso;
aquellos que leen revistas pornográficas; aquellos que asisten a salones de
cine donde exhiben películas eróticas pasionales, gastan enormes reservas de
energía sexual. Esas pobres gentes utilizan el material más fino y delicado del
sexo, gastándolo miserablemente en la satisfacción de sus brutales pasiones
mentales.
La fantasía sexual produce impotencia de tipo psico-sexual. Esa clase de
enfermos tiene erecciones normales, son hombres aparentemente normales, pero en
el instante en que van a efectuar la conexión del miembro y la vulva, la
erección cede cayendo el falo, y quedando en el más horrible estado de
desesperación. Ellos han vivido en la fantasía sexual y cuando realmente se
hallan ante la cruda realidad sexual que nada tiene que ver con la fantasía,
entonces se confunden y no son capaces de responder a la realidad como es
debido.
El sentido sexual es formidablemente sutil y tremendamente rápido,
gracias a su energía finísima e imponderable. El nivel molecular donde actúa el
sentido sexual, es millones de veces más rápido que las ondas del pensamiento.
La mente lógica y la fantasía son piedras de tropiezo para el sentido sexual.
Cuando la mente lógica con todos sus razonamientos, o cuando la fantasía sexual
con todas sus ilusiones eróticas quieren controlar el sentido sexual o encauzarlo
dentro de sus ilusiones, entonces es destruido fatalmente. La mente lógica y la
fantasía sexual destruyen el sentido sexual cuando intentan ponerlo a su
servicio. La impotencia psico-sexual es la tragedia más espantosa que puede
afligir a los hombres y a las mujeres fanáticas o a las gentes de tipo
puramente razonativo.
La lucha de muchos monjes, monjas, anacoretas, seudo-yoguines, etc.,
etc., para embotellar el sexo entre su fanatismo religioso, para recluirlo en
la cárcel de sus penitencias, para amordazarlo y esterilizarlo, para prohibirle
toda manifestación creadora, etc., etc., convierte al fanático en un esclavo de
sus propias pasiones, en un esclavo del sexo incapaz de pensar en otra cosa que
no sea el sexo. Esos son los fanáticos
del sexo. Los degenerados de la
infra-sexualidad. Estas gentes se descargan todas las noches con poluciones
nocturnas asqueantes, o contraen vicios homosexuales o se masturban
miserablemente. Querer recluir el sexo es tanto como querer embotellar el sol.
Un hombre así es el esclavo más abyecto del sexo, y sin provecho alguno ni
placer verdadero. Un hombre así es un infeliz pecador. Una mujer así es una
mula estéril, una esclava vil de aquel a quien quiere esclavizar, (el sexo).
Los enemigos del Espíritu Santo son gentes del abismo. A esa gente más le
valiera no haber nacido, o colgarse una piedra al cuello y arrojarse al fondo
del mar.
El ser humano debe aprender a vivir sexualmente. Ya viene la edad
del sexo, la edad de la Nueva Era Acuaria. Las glándulas
sexuales están controladas por el planeta Urano, y éste es el regente de la constelación de
Acuario. Así pues, la Alkimia Sexual es de hecho la ciencia de la Nueva Era
Acuaria. La Magia Sexual será oficialmente acogida en las universidades de la
Nueva Era Acuaria. Aquellos que presumen ser mensajeros de la Nueva Era Acuaria, y que sin
embargo odian el Arcano A.Z.F., demuestran hasta la saciedad ser realmente
impostores porque la Nueva Era Acuaria está gobernada por el regente del sexo.
Este regente es el planeta Urano.
La energía sexual es la energía más fina del cosmos infinito. La energía
sexual puede convertirse en ángeles o en demonios. La imagen de la verdad, se
halla depositada en la energía sexual. El diseño cósmico del Adam Cristo se
halla depositado en la energía sexual.
El Hijo del Hombre, el Superhombre, nace del sexo normal, el Superhombre, jamás podría
nacer de los infrasexuales. El reino de los infrasexuales es el abismo.
El poeta griego Homero dijo: “Más
vale ser un mendigo sobre la Tierra, y no un rey en el imperio de las sombras”.
Este imperio es el mundo tenebroso de los infrasexuales.
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