Capítulo XI
CRECED Y
MULTIPLICAOS
El Génesis dijo: “Creced y multiplicaos”. La palabra creced significa
transmutar y sublimar la energía sexual para crecer espiritualmente. La palabra
multiplicaos se refiere a la reproducción de la especie humana. Existen dos
clases de hijos mencionados por la Biblia: los hijos de Dios y los hijos de los
hombres. Son hijos de Dios aquellos que resultan de la Magia Sexual cuando no
hay derrame seminal. Son hijos de los hombres, aquellos que resultan del goce
pasional con derrame del semen.
Necesitamos engendrar hijos de Dios y luego luchar por su crecimiento espiritual.
EDUCACIÓN DE LOS HIJOS.
Los hijos aprenden más con el ejemplo que con el precepto. Si queremos
que nuestros hijos crezcan espiritualmente, debemos nosotros preocuparnos por
nuestro propio crecimiento espiritual. No basta multiplicarnos, necesitamos
también crecer espiritualmente.
EL PECADO.
Nuestro resplandeciente Dragón de Sabiduría tiene tres aspectos. Estos
son: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
El Padre es luz y vida; el Hijo es el agua y la sangre que manó del
costado del Señor con la lanza de Longibus. El Espíritu Santo es el fuego de
Pentecostés o Fuego del Espíritu Santo, llamado por los indostaníes Kundalini,
la Serpiente Ígnea de nuestros mágicos poderes, fuego santo simbolizado por el
oro.
Se peca contra el Padre cuando decimos mentiras. Se peca contra el Hijo
cuando odiamos a alguien. Se peca contra el Espíritu Santo cuando fornicamos,
es decir cuando derramamos el semen. El Padre es la Verdad. El Hijo es Amor. El
Espíritu Santo es el Fuego Sexual.
INSTRUCCIÓN.
Debemos enseñar a nuestros hijos a decir la verdad y nada más que la
verdad. Debemos enseñarle a nuestros hijos la ley del amor. Amor es ley pero
amor consciente. A la edad de catorce años debemos enseñarle a nuestros hijos
los Misterios del Sexo. Así, sobre este triple aspecto de santidad y
perfección, nuestros hijos crecerán espiritualmente. Quien oriente a sus hijos
por este triple aspecto de perfección, habrá puesto una base de acero para la
felicidad de ellos. Empero es necesario enseñarles no sólo con el precepto sino
también con el ejemplo: debemos demostrar con hechos lo que predicamos.
PROFESIÓN.
La vida moderna exige que preparemos más intelectualmente a nuestros
hijos. Es justo que ellos tengan una profesión para vivir. Necesitamos observar
cuidadosamente las disposiciones vocacionales de nuestros hijos para
orientarlos intelectualmente. Jamás debemos dejar un hijo o hija sin profesión.
Todo ser humano necesita aprender alguna profesión para poder vivir. Es un
crimen muy grave dejar a un hijo desamparado y sin profesión.
SOBRE LAS HIJAS.
Los tiempos modernos exigen que nuestras hijas reciban una sólida
preparación espiritual intelectual. Es indispensable que las madres les enseñen
a sus hijas los Misterios del Sexo, al cumplir estas la edad de catorce años.
Es justo que ellas marchen por el triple sendero de Verdad, Amor y castidad.
La mujer moderna debe tener una profesión para vivir. Es necesario que
los padres y madres comprendan que sus hijas también necesitan crecer
espiritualmente y multiplicarse con el Matrimonio Perfecto. Empero hágase todo
decentemente y con orden. Resulta absurdo que las hijas anden solas por las
calles o en los parques, o en cines o bailes, con el novio. Resulta que, como
ellas todavía no han matado el Ego animal, fácilmente se dejan seducir
sexualmente, y fracasan miserablemente. Las hijas deben siempre estar
acompañadas por sus padres o familiares, nunca deben estar a solas con el
novio. Los padres no deben estorbar nunca el Matrimonio de las hijas. Empero,
repito, hágase todo dentro de la ley y el orden. Es necesario reproducirnos con
castidad y crecer espiritualmente. Ese es el camino del Matrimonio Perfecto.
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